- Titulo original: Burnt Sugar
- Autora: Avni Doshi
- Traducción al castellano: Raquel Vicedo
- Género: Narrativa
- Editorial: Temas de hoy
- ISBN: 978-8499988467
Muchas cosas se me plantean a la hora de hablar de este libro: ¿Hasta
dónde llegan nuestras obligaciones para con nuestros progenitores? ¿Por
qué la sociedad nos exige permitirle actos destructivos a nuestra
familia (sobre todo nuestros padres) y nos anima a condenar esos mismos
actos si vienen de parejas, amigos, vecinos, etc.? Como sucede con el
amor romántico ¿no tenemos demasiado idealizado el amor y el rol de la
maternidad y las relaciones maternofiliales? ¿Debemos perdonarlo todo en
nombre de ese amor, aunque no exista o sea autodestructivo?
"Mentiría
si dijera que nunca he sentido placer cuando a mi madre le ocurre una
desgracia". Con esta frase tan contundente empieza Azúcar quemado, la primera novela de Avni
Doshi. La que pronuncia estas palabras es Antara, la narradora en
primera persona de esta historia, historia para nada feliz, historia
dura y desgarradora que por momentos rebasa la frontera de lo "cómodo".
Tara,
la madre de nuestra narradora, siempre ha sido una mujer a la que las
convenciones sociales le han dado bastante igual, una mujer libre, pero
también bastante inestable emocional y psicológicamente que arrastró a
su hija en ese ir y venir constante en busca de su lugar en el mundo y
su propia felicidad.
Antara,
ya adulta y viéndose en la tesitura de tener que cuidar a su madre
cuando le diagnostican Alzheimer, nos va a contar gran parte de sus
recuerdos de infancia y juventud mezclados con el momento presente y esa
lucha entre desentenderse de quien se desentendió de ella, o ser la
hija abnegada que antepone el bienestar de su madre a su propia salud
mental. Veremos cómo ciertas experiencias y traumas infantiles no se
quedan allí, olvidados en la memoria, sino que nos acompañan el resto de
nuestra vida condicionando nuestra propia visión del mundo y la manera
de enfrentarnos a él. Acompañaremos a Antara en su empeño en que su
madre no olvide (como ella no ha olvidado); que la pérdida de memoria
causada por el Alzheimer no le sirva de excusa para no recordar el daño
causado. Conoceremos la relación de amor/odio/rechazo existente entre
ellas y, a veces, consigo mismas.
La
acción se desarrolla en Pune (India) y me ha gustado mucho sumergirme
en esa cultura gracias a todas las referencias (religiosas,
gastronómicas, históricas, de vestimenta, etc.) que tan bien nos
introduce la autora. He disfrutado buscando en internet qué eran
exactamente ciertas cosas que, aunque se sacan por contexto, me apetecía
ampliar información.
La
narración empieza un poco caótica. El primer capítulo parece desordenado
e incoherente hasta que avanzas un poco y te das cuenta de que ese
"desorden" es parte del estilo narrativo. Para mi gusto la novela va
ganando con las páginas, el ritmo es más ágil y nos metemos más
profundamente en la mente de la protagonista, comprendiendo ese desorden
que no es otro que el de sus propios pensamientos y sentimientos.
En
muchos momentos la historia me ha descolocado y roto los esquemas, pero
sobre todo el final ha hecho que me vuele la cabeza directamente. Tan
desconcertada me dejó que, nada más cerrar el libro, retrocedí varias
páginas para volver a leerlas, analizarlas y disfrutarlas. Fue algunas
horas después cuando entendí ese final y, con él, el título del libro.
Creo que ante todo es un libro que habla de la memoria, la mujer y la
ambivalencia intrínseca a la maternidad.
Una
lectura que recomiendo no solo por estar bien escrita y traducida, sino
porque siempre son interesantes las historias que desmitifican las
maternidades y muestran realidades existentes de las que no se habla
.
"En algún punto se rompió lo que éramos la una para la
otra, como si una de nosotras no hubiera mantenido su parte del trato,
no hubiera apuntalado el puente de su lado. Puede que el problema sea
que las dos estamos en el mismo lado, mirando hacia el vacío. Puede que
tuviéramos hambre de las mismas cosas, y que la suma de ambas no hiciera
más que duplicar ese sentimiento. Y puede que no haya más, que ese sea
el meollo de todo, un pozo sin fondo del que nunca podremos salir."
"No
soy capaz de recordar lo que sentía por mamá en aquella época , porque
el sentimiento no se correspondía con ningún nombre que conociera. (...)
E incluso ahora, cuando estoy sin ella, cuando quiero estar sin ella,
cuando sé que su presencia es la fuente de mi infelicidad, esa añoranza
aprendida, ese anhelo de algodón blanco y suave que se ha deshilachado
por los bordes, sigue creciendo."
Tomo nota. ��
ResponderEliminarEspero que te guste. ¡Gracias por pasarte!
Eliminar