- Título: Pequeñas mujeres rojas
- Autora: Marta Sanz
- Género: Narrativa
- Editorial: Anagrama
- ISBN: 978-8433998965
Entrada publicada el 16 de marzo de 2021, eliminada por Blogger el 15 de mayo de 2021 y vuelta a publicar el 16 de mayo de 2021.¿Sabes eso de que acabas un libro justo antes de dormir y cuando te
despiertas por la mañana el primer pensamiento es para ese libro?
¿Cuando a lo largo de esa mañana, esa tarde, los días siguientes, sus
personajes y la trama, sus palabras dichas y las intuidas, se te cuelan
en la cabeza en cuanto encuentran la ocasión estés haciendo lo que estés
haciendo? Eso es 'Pequeñas mujeres rojas'.
Acabé
el libro entre emocionada y conmocionada, pensando que quería hablar de
él, recomendarlo a todo el mundo, imprimir fragmentos (capítulos
enteros) y mandarlos cual paquetes bomba a muchas, muchas casas para
demostrarles lo estúpidos que son. Que, decía, quería escribir una
reseña capaz de convencer de la grandiosidad de esta novela aún sabiendo que me iba
a costar la misma vida conseguir escribirla.
Sigo en la misma situación, pero un "lo recomiendo
mucho", un "tenéis que leerlo" no le haría justicia a esta gran obra
revolucionaria y abofeteadora. Solo sería justo si consiguiera noquearos con mi recomendación
como me ha noqueado a mí Marta Sanz.
Paula,
la guapa Paula, la guapa coja Paula llega a Azafrán en el verano de
2012 para buscar fosas de la guerra civil española y desenterrar los
cuerpos que desde ellas exigen justicia, memoria y dignidad. Paula
escribe cartas en primera persona a su amiga Luz, y Luz nos habla (¿a
nosotras?) también en primera persona de esas cartas y los sucesos
acaecidos en Azafrán. Esos muertos, esos 'rojos' asesinados también
tienen voz en esta historia. Nos hablan desde la oscuridad de sus fosas,
desde sus recuerdos y también desde este presente del que son
conscientes, desde su frustración y dolor por ver a sus asesinos y
delatores volver a salir de las cavernas proclamándose (de nuevo)
"salvadores de la patria". Oímos sus voces desde su "hambre y sed, no de
venganza, sino de reparación y justicia". Escuchamos sus lamentos
clamando por ser recordados, rescatados y llorados, porque "un pueblo
con dignidad ha de saber dónde están todos y cada uno de sus muertos" y,
una vez localizados, seguir hablando de ellos como la única manera de que
no vuelva a repetirse. Memoria para no volver a donde nunca debimos
estar.
Marta Sanz
compone una sinfonía con muchas voces que al final son solo una, nos
habla de un pasado que amenaza con ser presente. Compone una novela
negra-histórica-política donde la ficción bien podría ser realidad y la
realidad supera a la ficción.
Utiliza un lenguaje
riquísimo, muy elaborado, poético en gran parte del texto. Esta manera de escribir invita a
la lectura lenta y atenta y quizá no haga de este libro una lectura
fácil. También hay ironía, sarcasmo y hasta pequeños puntos de humor
colocados estratégicamente para quitar la presión que en muchos momentos
vamos a sentir durante la lectura o para hacernos conscientes de
la auténtica sinrazón de lo narrado. La alternancia de las diferentes
voces marcadas por los capítulos me ha parecido fabulosa, porque nos
sitúa exactamente en el lado desde el que observar la historia y las
líneas temporales.
No puedo si no alabar la
valentía de Marta a la hora de llamar a las cosas por su nombre y
quedarse tan a gusto porque, aunque el libro está lleno de metáforas y
lecturas entre líneas, el mensaje está claro: existís, sois muchos, casi
pareciera que cada vez más, pero nosotras, las pequeñas mujeres rojas,
los niños perdidos y las mujeres muertas, somos más y más fuertes y no
vais a poder callar el pasado ni el presente, y ni mucho menos destrozar
nuestro futuro.
Que
nadie se pierda esta novela que, como dice la sinopsis de la editorial,
sin ser una novela negra al uso "es más negra que el betún".
"Ahora vuelven a pasear por las calles españoles con
pistolas a los que se les llena la boca llamándose es-pa-ño-les. Quieren
electrificar con alambre de espino y cuchillas el perímetro de nuestros
5.978 kilómetros de costa.(...)Los verdaderos es-pa-ño-les quieren
taparles la boca a nuestras risueñas mujeres.(...)"
"Ahora,
quedamos atentas. Llegan, con aires de libertad y sonrisa blanqueada por
el láser, los vástagos de nuestros embalsamadores. Sonríen en la foto,
ocupan su escaño en el Parlamento, apelan a nuestra descendencia —se la
quieren meter en el bolsillo—, se dicen salvadores de la patria,
aprenden a contar hasta uno, rezan en las plazas públicas, apuntan al
corazón de la cierva con su mira telescópica. Buscan criados. Señalan a
las mujeres muertas —infanticidas, brujas, mentirosas— y a los niños
perdidos —asesinos, sacrílegos, analfabetos—. Y es verdad que no somos
iguales."
No lo podría haber expresado mejor. La novela te da un bofetón monumental y te obliga a mirar de frente cosas que nos duele mirar, a las que le han puesto un precioso lazo y palabras bonitas para disfrazarlas. Marta les pone las palabras crudas, llanas, dolorosas, para reflotar el horror que no debemos olvidar. Espero que no te lo vuelvan a borrar. Me gusta mucho tu blog, me quedo a leerte. Un saludo de @lagataescribe.
ResponderEliminarNo podía estar más de acuerdo contigo. Gracias por tus palabras y por pasar por aquí. Bienvenida!! Abrazo grande
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